Por: Reinaldo Troncoso C.

1° Parte del Documento

ESPACIOS ERRADOS DE ACUMULACIÓN

Para algunos sectores o grupos que aún buscan, crean condiciones, o piensan el Qué hacer, desde una perspectiva militante y revolucionaria, a la hora de abordar o discutir la condición de los trabajadores como clase social, en contradicción y antagónica al capitalismo, casi de manera mecánica se le asocia con la historia y la dinámica sindical. Existe casi una suerte de condicionamiento cultural e ideológico, que nos lleva a unir la existencia de los explotados con el sindicalismo como herramienta central de lucha de los trabajadores y escuela de formación de su conciencia de clase. Solo pensar la experiencia de la explotación capitalista sobre la fuerza de trabajo que encarnan los obreros, como una permanente vida de organización y lucha contra la patronal, olvidando el desarrollo de su conciencia, desde una condición elemental de contradicción con el patrón al reconocerse como explotados, hasta una condición más avanzada, como el saberse en antagonismo con su explotador y asumir el desafío de rebelarse de ese estado de opresión. Solo pensar esta experiencia de la lucha de clases, constreñida al marco de la sola lucha reivindicativa y por la mejora de los niveles de vida, y además movilizarla solo dentro de los espacios del sindicalismo, aun cuando esa expresión sindical posea una impronta clasista, significa en lo real y concreto, atrapar el potencial de lucha de los obreros y la misión de su tarea histórica, en una organización, que en el enfrentamiento con la patronal, perdió su energía, perdió su fuerza y perdió su carácter clasista. En un primer momento por la persecución y represión a sus dirigentes y también a sus afiliados más combativos, en un segundo momento, porque fue encajonada por la patronal en una legalidad contrainsurgente que, a dos bandas, por una parte establecía el rayado de cancha institucional dentro del cual se movería la organización sindical y por el otro, desatando extorsiones, chantaje político, o comprando la conciencia de las dirigencias. La política de refundación del capitalismo chileno, de la mano del entonces gremialismo de derecha, que le abría camino a la fracción monopólico-financiera de la burguesía, debía tratar de manera especial, el cómo el nuevo modelo económico ponía definitivamente en jaque al movimiento obrero, cuya conciencia de clase ya había empezado a ser desmantelada, satanizando y criminalizando al marxismo, porque era la teoría responsable de la crisis institucional que afectaron y agrietaron las estructuras capitalistas en nuestro país. El Plan Laboral de José Piñera, formó parte de las modernizaciones del Estado, que daría una legitimidad de largo plazo al desarme del movimiento obrero y al debilitamiento de sus expresiones más avanzadas y combativas, los sindicatos.

LA RESISTENCIA OBRERA Y POPULAR.

Golpes de Estado, extrema represión militar y policiaca, reordenamiento institucional o como en el caso de Chile, establecer una estrategia de refundación del capitalismo como resolución a su crisis de carácter estructural. De nuestro lado, repliegue desordenado, reflujo político y social, atomización orgánica, fragmentación social y dispersión ideológica. El destacamento revolucionario, no tuvo la fuerza y no contó con la capacidad de dar conducción a la desbandada que provocó la ofensiva reaccionaria de la burguesía. Las reservas políticas en las que se convirtieron los partidos de la izquierda y los revolucionarios, demuestran que los trabajadores que constituyen la mayoría social en la lucha de clases, en lo político no terminaba de ser esa mayoría, tampoco se expresaba como la suma y la unidad granítica de la clase dominada. Reformismo/revolución, estaba como el dato duro de las contradicciones en el seno del pueblo.

De esta realidad emerge como respuesta la Resistencia Popular. La clandestinidad propicia y arma las condiciones para que ese repliegue dislocado se comience a revertir, pero bajo una atmósfera saturada de riesgos y peligros para los sobrevivientes. Desde entonces a esta parte, todo esfuerzo de reconstrucción social y política, todo esfuerzo de recomposición y vertebración orgánica, para restablecer el peso histórico necesario en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, fueron esfuerzos inacabados, si es que en algún recodo de la lucha anti-dictatorial se volvió a plantear nuevamente y de manera explícita, la lucha por el socialismo. La izquierda revolucionaria si volvió a retomar ese horizonte, aun cuando la línea estratégico táctica para el periodo contrarrevolucionario que se había abierto, obligaba a lineamientos tácticos que orientaban comenzar casi de cero. La izquierda desde la clandestinidad movía sus cuadros sindicales para realizar reconexiones con las dirigencias provinciales de federaciones y confederaciones que habían sobrevivido a los golpes represivos, en difíciles condiciones, mantenían en pie a sindicatos de bases en distintas ramas de producción y de diferentes servicios. Este desafiante y a la vez temerario trabajo político con los trabajadores, conformó las bases de lo que sería años más tarde la Coordinadora Nacional Sindical, que asumía bajo un clima de persecución y muerte, el legado de un poderoso movimiento obrero cuyas representaciones legales se encontraban interdictas por la dictadura y ya con un número importantes de dirigentes eliminados en ejecuciones sumarias, otro cantidad en calidad de detenidos desaparecidos y otro masivo número, cautivos en cárceles o centros de torturas y de exterminio que inauguro la dictadura. Con el sigilo necesario se van sumando y a veces multiplicando, las herramientas de lucha obrera: Esta vez serían las Bolsas de Cesantes, los Comités de Cesantes, los Talleres Sindicales y un sin número de sindicatos de bases, que sorteando la persecusión y el peligro se rearman, incluso muchos de ellos de manera legal. De una u otra forma, los cuadros sindicales de la izquierda y los revolucionarios, daban cuenta de su responsabilidad y compromiso histórico con sus hermanos de clase. La Resistencia obrera ya había nacido y respondía con heroísmo a los planes de la dictadura de propinar una derrota ideológica a la clase para sí.

 

EL PESO IDEOLÓGICO DEL MODELO ECONÓMICO

 

 

Lo que permanece como realidad obrera en el periodo post-dictatorial, responde a la no estudiada, no analizada y no profundizada, crisis de la izquierda y los revolucionarios. La socialdemocracia y el socialcristianismo, se convirtieron en los aliados del imperialismo para conducir el periodo de la “democracia protegida” que les hereda la dictadura civil-militar. Estas gestiones políticas que se turnan para administrar el Modelo Económico, lo hacen implementando permanentemente, políticas de perfeccionamiento y ajustes del modelo a las nuevas realidades que expresa la lucha de clases. Así y todo, el proceso de retorno e instalación de la democracia burguesa, estará siempre sometido a las condiciones de colapso a las que entro el modelo en la década de los 80, sin poder recuperar sus momentos de tranquilidad, penados también por planes de crecimiento económico que también fracasaron. Demás está decir, que si las crisis no son enfrentadas, para bien o para mal, se sostienen hasta convertir en desecho los cuerpos a los que está enfermando. Así nos ocurrió con nuestro movimiento obrero y popular, que a lo más, remanentes de su existencia social, logran mantener la cascara de lo que fue, pero movido por un contenido ajeno a los intereses que lo situaron como el gran enemigo de la clase dominante. Si de autocrítica se trata, la izquierda y los revolucionarios, deben asumir el haber eludido en algunos casos, conscientes y en otros, inconscientemente, esta necesaria tarea de evaluación y balance histórico. Es en este momento, es este segundo de ausencia de voluntad política, que comienza el gran vacío de conducción revolucionaria. Este vacío de conducción revolucionaria, es tremendamente grave porque afecta de manera significativa dos grandes tareas, que desde la visión leninista se constituyen en tareas estratégicas para la clase obrera. Una de las tareas de los revolucionarios es contribuir a que el proletariado no solo se asuma como clase explotada y oprimida por el capital, es decir gane “conciencia en sí”, sino que además debe entenderse y reconocerse como una clase responsable y comprometida con la transformación y superación cualitativa de la condición de explotados, ser una “clase para sí”. Y esto tiene que ver con la conformación del “sujeto histórico”, ósea, la clase que tiene que cambiar el Modo de Producción capitalista por el Modo Comunista de Producción de las riquezas, entendiendo que esta tarea se lleva a cabo como un proceso de transición que conocemos como el Socialismo. Otra de las mas importantes tareas revolucionarias, es convertir el ánimo propio, convertir la voluntad propia de los revolucionarios, en el factor subjetivo, es decir, en una gran voluntad de cambios, se trata en definitiva de constituirse en el “sujeto político”, cuya labor consiste en, inmersos en la  realidad y condiciones objetivas, cambiar la “formación Social” para la toma del Poder. Entonces, la clase obrera (proletariado) para cumplir con su tarea estratégica debe constituirse en el “sujeto histórico” y los revolucionarios para lograr también su cometido estratégico, deben trabajar para cambiar la correlación de fuerzas a favor de los intereses obreros y populares y de esta manera, abrir condiciones para la Toma del Poder. Comprendido el significado de este gran desafío histórico, se convierte en una obligación, observar las condiciones y dinámicas actuales del sindicalismo, auscultar su desempeño de fondo y obtener un diagnóstico que nos diga, qué y a qué sirve el sindicalismo actual. Ya existe en términos prácticos, un recorrido de años, desde el fin de la Dictadura civil-militar, que nos da luces demás, de lo que ha sido en estos más de 40 años el quehacer sindical, en lo particular para enfrentar “El Plan Laboral” como la herencia dictatorial y en lo general, si ha existido algún tipo de esfuerzo destacado y consistente para reponer en los principios del sindicalismo, la lucha por el Socialismo. O el cómo en años, se ha respondido a las condiciones de atomización de la organización sindical en Chile, a las condiciones de fragmentación social en que deja la dictadura a los sectores sociales, a las condiciones de dispersión ideológica en que deja sumidos a los trabajadores y a los sectores populares. Tenemos que decir, que recién el 2011, influidos por la lucha estudiantil, los diferentes sectores sociales, digamos trabajadores, pobladores, deudores habitacionales, profesorado, empleados públicos, expresiones feministas, etc, responden y aúnan la decisión de movilizarse junto con los estudiantes por la demanda de educación gratuita y el fin al lucro en la educación. Por primera vez desde las últimas protestas del año 1986, se logra quebrar uno de los fenómenos generados por la dictadura y su Modelo Económico: la fragmentación social. Tal hecho social fue un avance importante, en cuanto a conciencia y movilización popular. Desde aquel año hasta el 2019, se fue expresando una enorme suma de descontento e ira, en contra de todas las políticas que posibilitaron acumulación excesiva de capitales y una escandalosa concentración del poder y la riqueza en manos de los monopolios, por años deliberadamente haciendo oscuros negociados y amparando dosis importantes de corrupción en las instituciones del Estado, incluyendo las FF.AA. y policiales y vendiendo a precio de huevo y con descaro el patrimonio nacional, pisoteando de paso nuestra soberanía nacional. Hoy, lamentablemente, nos encontramos con sindicatos de bases, cuyos afiliados se encuentran lejos de una visión critica respecto de la realidad que se manifiesta adversa y complicada para la vida de las clases dominadas.

 

SINDICALISMO IMPOTENTE Y EN BANCARROTA

 

 

El año 1986, fracasó lo que el Movimiento Democrático Popular (MDP) llamó “El Levantamiento Democrático de Masas. Desde 1985 se suceden una cantidad enorme de asesinatos de militantes y dirigentes políticos y sociales de la izquierda. Caen posteriormente los depósitos de armas de Carrizal y la oposición burguesa en la Mesa Política Privada de la que participa secretamente la Democracia Cristiana, se fragua la capitulación del MDP y el aislamiento de los revolucionarios, fracasa también la operación que tenía como objetivo ajusticiar al Tirano. Como represalias de la dictadura se producen nuevos asesinatos. 1986, de ser considerado el año decisivo en la lucha anti-dictatorial, se transforma trágicamente en el segundo Golpe que nos propina la clase dominante, con el apoyo del imperialismo y la iglesia de Roma. Toda esta conjunción de hechos nos abre a una salida burguesa de la crisis, que establece el pacto político-social entre la Dictadura y la Alianza de Partidos por la Democracia que llamaron “El Acuerdo Nacional” y firmado el 25 de agosto de 1985. La unidad democrático popular de los trabajadores, que llamó a las mayorías nacionales a zafarnos de la dictadura, convocando a las protestas nacionales a través del Comando Nacional de Trabajadores, con el plan imperialista, una vez comenzado el periodo postdictadura, queda relegado a un segundo o tercer lugar, pues la oposición burguesa y la franja sindical que le servía de base social de apoyo a esta, siempre consideró a la dictadura un interlocutor valido y por lo tanto apoyó la negociación que la Alianza Democrática implementaba a espaldas de los trabajadores y el pueblo. La crisis que envuelve a la izquierda y a los revolucionarios, condiciona negativamente, para el rearme de una corriente clasista y revolucionaria que pueda ponerse a la cabeza de los trabajadores y conducirlos más allá de una conciencia reivindicativa. Podemos decir que hasta el día de hoy, el mundo del trabajo adolece de un sindicalismo que tenga como impulso de su quehacer la lucha de clases, y la ausencia en su seno de una conducción revolucionaria, hace que su dinámica se sostenga en tareas asistencialistas y absolutamente subordinado al legalismo que ha impuesto el Bloque Dominante. Este carácter sumado a otros factores sociales, políticos, e ideológicos, han estacionado la práctica sindical en un estado de bancarrota, respecto de los principios históricos, que hacían de la clase obrera una clase de vanguardia en la lucha contra el capitalismo y por una sociedad socialista.

Chile, 1° de Mayo 2024.

Revista Cono Sur.

N° 29 año 4

Abril/ Mayo 2024

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *